Alfredo Marqueríe Mompín (Mahón, 17 de enero de 1907-Minglanilla, Cuenca, 31 de julio de 1974) 1.
La familia (1907-1920)
Era hijo de Adelina Mompín y del militar Alfredo Marqueríe Ruiz-Delgado (Manila, 1973-Monte Arruit, 1921) que había sido delegado de Hacienda en Manila, ciudad a la que, recién salido de la Academia General Militar, volvió en 1896 y en la que asistió dos años después, como miembro del Sexto Regimiento de Artillería de Montaña, a la capitulación ante las tropas de Estados Unidos, de las que fue prisionero durante algún tiempo. Eso contribuyó sin duda al odio fiero que desde entonces profesó a los Estados Unidos y que nunca disimuló, lo que alguna vez hizo pasar vergüenza a Alfredo. Parece ser que si iban al cine y en la película aparecía alguna bandera estadounidense, el militar abandonaba la proyección dando gritos: “¡Vámonos…! ¡No puedo ver eso!” (Marqueríe, 1971).
El padre, maurista empedernido, era muy aficionado a la lectura, además de escultista (fundó una sección de los Exploradores de España, versión ibérica de los “boy-scouts”), y director del periódico El Alcázar de Segovia (1911), que fundó durante la época de exámenes de ingreso en la Academia Militar de Segovia ; había sido alumno de la Academia de Artillería de Segovia, y en aquel tiempo conoció a la joven que luego sería su esposa (Mompín). Hombre muy culto, se le nombró académico de la Historia, fue también autor de varios libros. Era un hombre recio, de mirada abierta y de trato afable.
Toda mi infancia está transida, sugestionada, obsesionada por la ronca voz de mi padre que fumaba dos cajetillas diarias de tabaco negro y que me llamaba con las dos últimas sílabas del diminutivo de mi nombre.
–¡…Ito! ¡…Ito!
Su gesto afable me inundaba de alegría. Me sentía amparado y protegido por su recia humanidad –pesaba más de cien kilos– y cuando había cometido alguna travesura temblaba de miedo ante su cara seria y severa.
Los años decisivos de su niñez y su juventud los vivió Alfredo Marqueríe en Segovia, ciudad a la que se trasladó su familia al poco tiempo de su nacimiento y de donde era originaria la familia de su madre. La familia del “Comandante don Alfredo” vivía en una vieja casona, situada frente al enlosado de la catedral. El padre organizó funciones de teatro, novilladas y representaciones de circo con fines benéficos, lo que permitió a su hijo “tomar contacto con el mundo del espectáculo, desempeñar los papeles infantiles de las obras y conocer a toreros y titiriteros, seres que me parecían extraordinarios”, como cuenta en sus Memorias informales. De teniente, participó en la campaña de Filipinas, fue capitán profesor de la Academia de Artillería, y tuvo destinos en Jaca, Ceuta y finalmente en Melilla como comandante del Regimiento Mixto de Artillería (RAMIX).
Cuando Alfredo cumplió 10 años (1917) su padre le animó a leer y puso a sus disposición su biblioteca; su primera lectura fue Crimen y castigo de Dostoyevski y luego siguió con Shakespeare… Recuerda en sus memorias:
Vivíamos en Segovia, en una vieja casona frente a la catedral con su enlosado frontal cubierto de hierba, que servía de escenario para toda clase de juegos infantiles: desde el peón a la chirumba y desde el morreo o murreo –que consiste, como es sabido, en un alarde de dejar la navaja clavada en el suelo– hasta el “pídola” o “paso y la uva” –donde hay que demostrar la habilidad saltando sobre la espalda inclinada de compañero.
Muerte del padre (1921)
Murió el 9 de agosto de 1921 en la Matanza del Monte Arruit, cuando Alfredo tenía 14 años. Había tomado el mando de la batería de cañones de Dar Drius, ya que se encontraban sin jefes y protegió, con ellos, la retirada de la columna del general Navarro desde Dar Drius a Monte Arruit. Mandó quitar los cierres a los cañones, para que el enemigo no pudiera hacer fuego contra ellos y ordenó la retirada. Tras esto, se incorporó a Monte Arruit, donde estuvo al mando de una zona defensiva con los oficiales de artillería que quedaban y otro grupo de artilleros y soldados. Dió la orden de que en caso de faltar agua, se la dieran a los soldados en vez de a los oficiales. En el momento de rendirse la posición, el 9 de agosto de 1921, se negó a acompañar al general Navarro y a su Estado Mayor, a una salvación segura y salió de la posición al frente de sus soldados en formación de a cuatro. Antes, les dijo: “Hijos míos, si sois creyentes, rezad, porque este es el último momento de nuestra vida. Vamos a morir por Dios y por España”. Cuando se recuperó la posición, al mes siguiente, encontraron los cuerpos momificados y en el orden de la formación en que cayeron abatidos. Su cuerpo fue reconocido por el padre Revilla y recogido por sus hermanos los también comandantes Emilio y Eduardo. Aunque fallecido el 9 de agosto de 1921 en Monte Arruit, fue enterrado el 27 de octubre de 1921 en el Panteón de Héroes de Melilla,Fila 1 nº 10.
Antes de salir en dirección hacia su destino, recuerda el adolescente Alfredo que su padre se asomó a la ventanilla del coche en el que viajaba y acariciándole la cabeza le dijo: “Adiós, hijo. No nos volveremos a ver. Que seas bueno”.
Según los documentos que tengo, el 3 de noviembre de 1922 está aún empadronado en Melilla.
Segovia (1922-1925)
Tras la muerte del padre, la familia se radicó en Segovia de nuevo. Allí fue alumno de Antonio Machado en el Instituto, al que frecuentó no poco y moteja en sus memorias de “algo borrachín”, amigo del tintorro 2
En estos años juveniles, la inquietud, la impaciencia y el afán emprendedor son los rasgos más acusados de su personalidad. Una inquietud que le llevaría a indagar con su mirada buida y penetrante en la poesía, el periodismo, la crítica teatral, la novela, la biografía, el ensayo… Otro rasgo de su carácter fue el de cierta melancolía, un poso de tristeza de adolescente viejo. Era ya consciente de la facilidad con que se rompen los ideales juveniles y se llega silenciosamente a una vida vulgar y mediocre.
A partir de 1922 colabora en las revistas literarias del ultraísmo provinciano: Alfar, Mediodía, Manantial, Parábola y Meseta. Y sobre todo en Papel de Vasar (San Lorenzo del Escorial, 4 números, 1929).
Con sólo 16 años dedica a su padre su primer poemario: Rosas líricas (Segovia, talleres tipográficos de Carlos Martín, 1923). Este primer libro es aún rubendariano. Lleva, a manera de pórtico, un “Análisis” del autor a cargo de su buen amigo A. Ibot León. Es un poema-retrato en el que le describe bajo el ala de un gran sombrero, con traje negro, el rostro afilado y la mirada indagadora con la llama de la duda, la zozobra, en busca de su camino vital, cargado ya de dolores prematuros.
Madrid (1926-1931)
En 1926 se traslada a Madrid para estudiar Derecho, y pasa por San Lorenzo del Escorial de veraneo (socio del Casino). Se aloja en la calle Divino Pastor, 1926, ya que tengo dos sobres con esa dirección 3. Estrena en el teatro de la Comedia una obra en verso titulada Fue en una venta, escrita en colaboración con José María Alfaro.
1927. Su siguiente libro 23 POEMAS lo publicó en 1927 y también fue impreso en los talleres tipográficos de Carlos Martín. Está dividido en 3 secciones: “tierra y amor”, “elogios” y “mar”. Se abre con la siguiente dedicatoria: “A la generación romántica de 1930, que ya rebulle en la sombra, apretada, tenaz, silenciosamente”. Estas palabras revelan que A.M., estudiante de Derecho en Madrid, vivía muy atento a los nuevos movimientos literarios y al importante cambio de rumbo que se produciría en torno a 1930: abandono del carácter deshumanizado y de la pureza tanto en la prosa como en la poesía para orientarse hacia realidades acuciantes y, sobre todo, el nacimiento de una nueva sensibilidad. El término “nuevo romanticismo” fue acunado por José Díaz Fernández en 1930 y supuso una vuelta a los temas que afectan al hombre, a sus inquietudes y a escuchar el rumor de la conciencia. La sección “Elogios” se abre con una cita de Papini: “El Arte es un esfuerzo para educarnos descubriendo ciertos aspectos menos visibles de las cosas”.
En San Lorenzo del Escorial conoce a Román Escohotado (1908), con el que colabora en Papel de vasar.En esta revista están otros futuros falangistas como Dionisio Ridruejo o Samuel Ros.
En 1930, con 23 años, ingresa con el número 2 de su promoción en el Cuerpo de Secretarios de Ayuntamiento, de primera categoría. El 3 de julio de 1930 pronunció una charla sobre la Exposición de artistas y temas segovianos, organizada por la Universidad Popular, que imprimió con fotografías de Jesús Unturbe y dibujos de Peñuelas (Cáceres, Santa Cruz, Escribano y Tejero en los talleres de Carlos Martín, 1930). Destaca una página sobre el significado de la pintura de Cristóbal Ruiz y una apasionada, inteligente y “moderna” defensa de Esteban Vicente.
En 1926 fue redactor-jefe de El Heraldo Segoviano de Carlos Martín Crespo. En 1931 fue redactor-jefe del periódico Segovia Republicana, dirigido por Rubén Landa.
Actividad durante la República: Lilas de mayo (1933) y Reloj (1934) (1931-1936)
Desde finales de 1931 trabaja sin interrupción en el diario madrileño Informaciones, propiedad de Juan March y dirigido por Juan Pujol, en el que hizo la crítica literaria, además de sus trabajos periodísticos. En 1933 sus críticas literarias obtienen el Premio de la Cámara Oficial del Libro. El banquero mallorquín le compró el diario a Pujol para que lo dirigiera Víctor de la Serna de modo que Marqueríe pasó a ser subdirector.
En 1932 se casó con la escultora Pilar Calvo Rodero (1910-1974). Tuvieron a su hija Diana en 1934.
El 12 de mayo de 1933 participa en un banquete en honor de Eugenio Montes, corresponsal en París del diario católico El Debate. Es una reunión de la nueva inteligencia falangista que nacerá en octubre, seguidores de Ramiro de Maeztu (ABC, 13.05.1933).
En 1933 publica su tercer libro: Lilas de mayo. Reloj (1934) este poemario obtuvo un accésit en el Concurso Nacional de Literatura de 1934. El libro comienza con unos “Aires de pueblo” que remiten a la poesía popular de los cantares, cantarcillos y tonadas. Son poemas descriptivos con rasgos costumbristas para retratar a pareja de “Los franceses en la fonda”, o para reflejar la “Llaneza española”. Más adelante los poemas se adensan en reflexión en los sonetos “Pecado”, “Hoy”, “Amor”, “Dolor y muerte”, en los que se vislumbran influencias de las greguerías de Ramón. La melancolía del adolescente viejo sigue presente:
Estación de la tarde:
sólo tú sabes mi secreto triste…
No se lo digas a nadie…
En 1934, siendo redactor de Informaciones, con un sueldo mensual de 500 pesetas, ingresa en la APM (Asociación de la Prensa de Madrid) y en ella continuó hasta el final de sus días, ocupando durante muchos años, y al parecer con gran dedicación, el puesto de bibliotecario de esa entidad 4.
Marqueríe, como gran parte de la juventud española, siente que la República, a la que había contribuido a traer, era una estafa y una traición a España. En octubre de 1933 se constituyó Falange Española por parte de José Antonio Primo de Rivera, que tenía su tertulia en “La Ballena Alegre”, en los bajos de la cervecería Lyon. Allí acudían Agustín de Foxá, Rafael Sánchez-Mazas, Víctor de la Serna, José María Alfaro, Dionisio Ridruejo y Alfredo Marqueríe. En 1934 entra en Falange, y escribe en Arriba y en Haz. Fue delegado de Falange en el diario Informaciones, del que era subdirector.
El 30 de noviembre de 1935 abrió la primera “fiesta literaria” de la serie “Los crepúsculos” (organizada por el grupo reaccionario Los jóvenes y el arte) que estuvo dedicada a la idea de “principio”. El acto tuvo lugar en la Alameda de Osuno y participó con una disertación titulada “Antes de la puesta de sol”.
La publicidad de Blas y su mecanógrafa (Sevilla, La Novela del Sábado, 1939) lo señala como “uno de los primeros falangistas, compañero de José Antonio” (CMRT, 1939: 37).
Guerra Civil (1936-1939)
El 18 de julio de 1936 Alfredo Marqueríe está en Madrid, como subdirector del diario Informaciones. Cuenta:
El mismo día 18 de julio de 1936, burlando las prohibiciones de la censura, publiqué un artículo en Informaciones con mi firma en el que combatía acerbamente el marxismo y anunciaba “el nuevo amanecer de España”. !Eso el mismo día 18 de julio! Fue mi sentencia de muerte. Las milicias rojas recibieron orden de detener al escritor “fachista”; se incautaron de mi casa y me buscaron por todo Madrid. El diario comunista Mundo obrero -del día 31 de julio-, en un suelto publicado en primera plana, excitó el celo de las brigadas rojas para que buscaran a Marqueríe “donde quiera que se haye oculto y le exterminen y aplasten”. Padecí durante un mes -!qué treinta días y qué treinta noches!- esta “amable” persecución. Cuando mi último escondite fue descubierto y parecían agotadas todas las posibilidades de salvación, manos generosas y amigas -!inolvidables!- se interpusieron entre “la “pieza” y sus “ojeadores”. Me fueron abiertas las puertas de una Legación, donde permanecí hasta el 9 de mayo de 1937, en que fui evacuado a Valencia bajo la protección de pabellón extranjero. En el puerto de esta ciudad, y a punto de embarcar en la lancha del destroyer “Tucumán”, en el muelle, al borde ya del agua, las “autoridades” rojas prohibieron mi salida y ordenaron mi detención. Pude burlar la vigilancia de los milicianos del puerto y me metí en la lancha del buque de guerra argentino. Ya en el mar, el comandante de aquel buque -!Dios se lo pague!- no accedió a las pretensiones de los que reclamaban mi entrega. Y a bordo del “Tucumán”, como tantos otros españoles rescatados, suspiré dichoso. Desembarqué en Marsella luego, y sin pérdida de tiempo me trasladé a la España Nacional.
Los rojos expoliaron absolutamente sus papeles de 7 años de trabajo (1929-1936), lo que lament{o toda su vida. Entre otros proyectos, estaba pensando (con ilusión y mimo) en publicar 2 tomos de crítica literaria que quedaron destruidos. No parece que fueran recopilaciones de Informaciones, ya que se perdieron.
Una vez en España, asistió como cronista a la campaña del Norte. El general Solchaga condecoró con la insignia de las brigadas de Navarra a Francisco Lucientes, José Campúa y Alfredo Marqueríe, los tres fueron los primeros periodistas que “asaltaron” el Cuartel General Nacional. Se asienta en San Sebastián donde colabora como periodista en la prensa nacional: Unidad, Vértice, Fotos, Domingo…
Publica el poema “Elegía a las ruinas de la Ciudad Universitaria”, incluido en el especial de Vértice dedicado al Ejército, traducido a varios idiomas 5. Actúa en festivales de exaltación nacional y de agasajo a los combatientes. En el semanario Domingo divulga reportajes sobre la vida en la zona roja. En este momento prepara un libro titulado Madrid hecho pedazos, que no conozco.
Tánger (octubre 1938-mayo de 1939)
A finales de 1937 el periodista Gregorio Corrochano hizo un viaje desde Tetuán hasta San Sebastián para contratar a Marqueríe y a Tomás Borrás como redactores del nuevo diario España (Tánger, octubre 1938), de Tánger, auspiciado y financiado por Juan Beigbeder, Alto Comisario en Tetuán y luego Ministro de Asuntos Exteriores en el primer Gobierno del Caudillo. El matrimonio Marqueríe se traslada primero a Tetuán y después a Tánger, donde él trabaja en la agencia Sagitario y ambos colaboran en el ya citado diario España.
Poemas suyos aparecieron en Lira bélica, de Jesús Sanz y Díaz, en la editorial Santarén de Valladolid, en 1939, junto a Foxá, Pemán, Marquina y Manuel Machado. Fue también incluido en la Antología poética del Alzamientoode Jorge Villén (Cádiz, Establecimientos Cerón y Librería Cervantes, 1939). Y en Laureados de España (1940).
Posguerra
Ese mismo año colaboró en la antología poética filonazi Poemas de la Alemania Eterna (1940) con el romance “Paracaidistas del Reich”, llamativa combinación de imágenes vanguardistas y simbología religiosa, al presentarse el avión del que se arrojan los paracaidistas como una Cruz y ser los paracaidistas doce, como los apóstoles:
La Cruz voladora siembra
doce semillas gigantes
que en el azul luminoso
súbitamente se abren:
flores de tallo cortado,
balancines inestables,
lluvia armada que desciende
sobre la tierra de nadie [...]
Son doce bengalas vivas,
doce aerolitos de carne,
doce arcángeles de guerra,
doce bélicos arcángeles.
Los toldos de blanca seda
parecen palios triunfales. i
de las nuevas catedrales
del templo del heroísmo,
que empieza por el remate.
Cuando ya en tierra los doce,
las grandes flores se abaten
y se lacian y se mustian
los anchos pétalos frágiles,
cantan ametralladoras
y los motociclos laten.
Sobre los cascos de acero
un sol de victorias arde!
Fue gran impulsor de la recuperación de la Biblioteca de la Asociación de la Prensa de Madrid después de la Guerra Civil.
Fue director del semanario Tajo. Política, Letras, Arte, Economía, Deporte, Humor (Editorial Cisneros, 1940-1944). Colaboró además activamente en 1942 en Legiones y falanges, mensual propagandístico publicado en Roma entre 1940 y 1943, y, entre muchas otras publicaciones, en Festa d’Elig (Junta Nacional Restauradora del Misterio de Elche, 1942-1953). En 1944 pasa a ABC, como crítico teatral y de circo. Hasta 1960. En 1964 pasa a Pueblo. Fue redactor-jefe de NO-DO durante 20 años y crítico de teatros de RTVE.
Su poesía, con huellas machadianas, es de tono postmodernista, acercándose a veces al ultraísmo. Como narrador compuso sobre todo novelas cortas de estilo sainetesco y costumbrista, de humor fácil y desenfadado. La de mayor éxito fue Don Laureano y sus seis aventuras (1940), que tuvo su secuela y continuación en una segunda entrega en 1945.
Función celebrada en 1943 con motivo de la representación número cien de Ni pobre ni rico sino todo lo contrario, de Miguel Mihura y Tono, en la que diversos personajes del mundillo teatral participaron como improvisados actores. De izquierda a derecha: Tono, Marqueríe, Miguel Mihura y José López Rubio.
A principios de 1944 formó parte del jurado del Premio Nacional de Literatura de 1943 (con José María Alfaro y Nicolás Gómez Ruiz) que le dio el premio a un libro de cuentos de Samuel Ros (4.000 pesetas), que tuvo aciaga suerte editorial.
Imagen sin datar (tal vez mediados de los años 40), en la que, a los postres de un banquete, el locutor radiofónico Bobby Deglané (en el centro) ejerce como árbitro de un combate de boxeo entre el autor Adolfo Torrado (izquierda) y Alfredo Marqueríe. Cabe señalar que este realizó duras críticas de las comedias de su amistoso rival de la foto.
Marqueríe asiste como espectador a una partida de ajedrez jugada por Jacinto Benavente en el último año de su vida (1954).
Como corresponsal, viajó por África, Inglaterra, Francia y Rusia. También cumplió funciones de redactor de noticieros y documentales (No-Do), fue crítico teatral de Pueblo y colaborador del Diario de Barcelona y del Diario de Córdoba. Intervino como cronista de radio y crítico de libros en diversas publicaciones, e impartió conferencias sobre temas de arte, literatura y teatro. Fue director de los teatros María Guerrero y El Español de Madrid, además de profesor de la Escuela Oficial de Periodismo.
Premios
Accésit Premio Nacional de Literatura (1934)
Premio de Crítica de la Cámara Oficial del Libro de España (1934)
Premio Luca de Tena (1939) por el artículo “Oro mediterráneo”.
Premio Rodríguez Santamaría (1942), premio instituido en honor del presidente de la Asociación de la Prensa. Compartió la distinción, que hoy se denomina premio APM de Honor, con los también críticos teatrales Cristóbal de Castro y Jorge de la Cueva, de los diarios Madrid y Ya, respectivamente.
Premio “Crónicas de la Villa”, del Ayuntamiento de Madrid (1945)
Medalla de Oro de Dirección Escénica del Círculo de Bellas Artes (1950)
“Premios Nacionales de Crítica Teatral” (1953), de Libros de Teatro (1959) y Extraordinario por su labor en pro de la escena (1971).
Como cronista circense y por sus actuaciones con fines benéficos en la pista, le otorgaron las Medallas de Oro del Price y del Circo Ambulante 7, en recuerdo al que fuera presidente de la APM, galardón que compartió con los críticos teatrales Cristóbal de Castro, del diario Madrid, y Jorge de la Cueva, del diario Ya.
Alfredo Marqueríe en Cuenca (1964). Fotógrafo: Texeda. (Procedencia: CDAEM).
El 31 de julio de 1972, cuando se dirigía en coche a Valencia con su mujer, Pilar Calvo Rodero 8, sufre un fatal accidente mortal en el Puerto de Contreras, Minglanilla, Cuenca, de camino a Valencia.
NOTAS
- Pasó su infancia en Segovia. Formó parte de la Edad Plata Segoviana ↩
- Personas y personajes. Memorias informales. Madrid, Dopesa, 1971. Entre sus amigos segovianos estaban también Antonio Ibol León y Mariano Grau, con los que en numerosas ocasiones se acercó a Antonio Machado en las tertulias y sobre todo en los paseos que daba el poeta por los alrededores de la ciudad. “Era yo entonces un muchacho pálido y tímido que escuchaba en unión de otros jóvenes aficionados a las letras a Antonio Machado con respeto y veneración casi religiosa. Nos aleccionaba sencilla y cordialmente, sin empacho pedagógico-didáctico, poniendo, por encima de todo, el culto a los eternos valores del espíritu, a la verdad, a la belleza, al bien…” evoca en sus memorias. ↩
- Tengo un sobre del sporting Club de La Coruña de junio de 1928, lo que lo relaciona con el mar ↩
- Como nota significativa, merece la pena subrayar que Marqueríe siguió colaborando con la APM durante toda su vida en cometidos relacionados con la vida cultural y en la organización de actos festivos, y que un año antes de fallecer, pidió firmar la crítica teatral de la Hoja del Lunes de Madrid, editada por la APM igual que hacían en otras provincias las respectivas asociaciones de la Prensa. ↩
- Otro poema en esta revista es “Soneto del mar, Vértice, 1940; relacionado con mahón y con bonita foto. ↩
- En marzo de 1944 se produjo un cambio en la dirección editorial de Informaciones que fue copado por acciones anglo-americanos. Marqueríe dimite “por dignidad” (junto a Centeno). ↩
- En la actualidad, Premio APM de Honor ↩
- En un libro que dedica a Madrid en 1946 habla de la forma en que conoció a su mujer en “uno de aquellos tranvías blancos de la Ciudad Lineal” (p. 125). ↩