– El apólogo del mendigo. Poema escénico. Manuscrito inédito de 1925.
– El 5 de marzo de 1926 estrena en el Teatro de la Comedia el Retablo Dramático en un acto y un epílogo en verso titulado Fue en una venta, escrita en colaboración con José María Alfaro. Obra costumbrista.
– El agua hierve (1955), drama social que intenta reflejar los conflictos de una España que muy lentamente comenzaba a cambiar.
– Cuatro en el juego (1955), personajes en conflicto en ambiente claustrofóbico.
– El teatro y el mar (escena y travesía), 1961. Reflexión sobre la existencia finita y el peso del destino, que mezcla filosofía y vibración poética.
julio 1951. Una de las muchas presentaciones de Marqueríe.
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También firmó Marqueríe un pequeño puñado de obras de teatro: el poema escénico El apólogo del mendigo (1925); Fue en una venta (1926), obra costumbrista escrita con José María Alfaro;
Sin abandonar los territorios escénicos, realizó algunas interesantes adaptaciones de obras clásicas, que, manteniendo la esencia de los textos, los aproximan al público de nuestra época, dando fe de sus profundos conocimientos al respecto. En el citado Versiones representables de teatro Griego y Latino (1966), tras desarrollar las líneas argumentales de tragedias y comedias griegas y latinas, concibió interpretaciones para la escena contemporánea de La Orestiada de Esquilo, Ayax de Sófocles, Medea e Ifigenia de Eurípides, Las nubes de Aristófanes (fig. 26), El díscolo de Menandro, Los gemelos de Plauto, Formión de Terencio y Tiestes de Séneca, unas en verso libre y otras en prosa. Antes había publicado adaptaciones independientes de Medea (1955) de Eurípides y Las nubes (1955) de Aristófanes.
Regresemos al teatro. En su influyente Desde la silla eléctrica; crítica teatral (1942), Marqueríe agavilla reseñas, juicios y meditaciones sobre la escena y los autores. Sobre la vida y obra de don Carlos Arniches (1944) aúna con amenidad detalles biográficos del autor alicantino y un profundo estudio sobre su producción escénica y su influencia en el teatro posterior. De En la jaula de los leones: memorias y crítica teatral (1944) ya se han dado en este artículo amplias referencias. Jardiel Poncela y su teatro (1945) analiza la obra de uno de sus más admirados dramaturgos, subraya su capacidad innovadora y valora su legado teatral (fig. 27). Cien anécdotas de teatro (1958) ofrece con amena largura lo que su título promete. Algo semejante, aunque desde una visión analítica, ocurre con Veinte años de teatro en España (1959) (fig. 28), una perspectiva clarificadora, rigurosa e imprescindible para entender el teatro de la época, que se prolongó en XXV años de teatro en España (1964).
En Benavente y su teatro; disertación cordial (1960), Marqueríe analiza el corpus dramático del premio Nobel de Literatura y dibuja su decisivo papel en la escena de su tiempo y en años posteriores. En esa línea aunque con matices mucho más críticos, Alfonso Paso y su teatro (1966) alterna los elogios a las primeras obras del prolífico autor con los reproches a su deriva hacia un estilo más fácil (fig. 29). Sobre El teatro que yo he visto (1968) ya se ha hablado profusamente con anterioridad. Muy interesante y de gran valor como obra de referencia resulta Cincuenta personajes del teatro universal (1972), un repaso a las grandes criaturas que pueblan y han poblado los escenarios, desde Orestes a Calígula, pasando por Pedro Crespo, Hamlet, el tío Vania y la Celestina. En esa línea, La comedia del arte (1972) estudia esta antigua forma escénica que ha influido y vibra en el teatro de diversas épocas. Y Realidad y fantasía en el Teatro de Jaime Salom (1973), en la estela del estudio dedicado a Alfonso Paso, estudia la obra del dramaturgo catalán, con algún reparo a sus concesiones a la comercialidad (fig. 30).