Ya estamos los dos montados
en la yegua del cartel
enjaezados para una
feria de agosto sin sed,
para una feria de broma
– cromo de gayo pincel –
a la que vamos, sin ir,
a la que vemos, sin ver.
Ya estamos los dos montados
en el pintado corcel.
Tú, a la grupa y abrazada
a un pañolón de alquiler,
en el pelo la mentira
de unas flores de papel,
de zapatitos con borlas
mal disfrazados los pies.
Yo, de traje corto (solo
que he perdido el calañés),
de ganadero andaluz,
con la manta de Jerez
antepuesta en la montura
(la montura no se ve),
y con un gesto que dice:
«¡Señores, contémplenme!»
Ya entonces los dos jinetes
fingidos, tras el cartel
vestidos de pandereta,
gozando de ser, sin ser,
antes de guillotinarnos
por siempre, jamás, amén.