Marqueríe, falangista

Marqueríe frecuentaba la tertulia literaria de La Ballena Alegre, que se reunía en el sótano del café Lion, centro de confluencia de personajes culturales y políticos muchas veces antagónicos. Curiosamente, en la primera planta de este local, sito en el número 59 de la madrileña calle de Alcalá, tenían su tertulia las gentes de la generación del 27, mientras que en el mencionado sótano, decorado con frescos del pintor Hipólito Hidalgo de Caviedes, se reunían jóvenes literatos de orientación falangista, incluido el mismo fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera; entre otros, solían conversar al amparo del jovial cetáceo: Víctor de la Serna, Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo, Rafael Sánchez Mazas, Eugenio Montes y José María Alfaro.

Cuando estalló la guerra civil, Marqueríe, que estaba en Madrid, tuvo que permanecer escondido hasta que pudo refugiarse en una legación diplomática para escapar de la orden de aniquilación dictada contra él; en mayo de 1937 fue evacuado a Valencia bajo la protección de pabellón extranjero y desde allí, no sin penalidades, viajó en el destructor argentino Tucumán a Marsella desde donde pudo trasladarse a San Sebastián. En esta ciudad pasó el resto de la contienda colaborando, como militante falangista, en revistas como Vértice, Fotos, Domingo y Unidad, y aportando poemas al volumen Lira bélica. Antología de los poetas y la guerra (1939), coordinado por Jesús Sanz y Díaz y publicado por editorial Santarén, donde aparecían otras firmas de escritores cercanos al bando rebelde (Foxá, José María Pemán, Manuel Machado, Eduardo Marquina…).