Valle-Inclán lo recibió en su piso de la plaza del Progreso, hoy Tirso de Molina, en el que, separado ya de la actriz Josefina Blanco, vivía con tres de sus cinco hijos (la mayor estaba casada y la custodia de la pequeña se concedió a la madre). Convalecía de una operación en la que había recibido una transfusión de sangre de Antoniorrobles, gran autor de literatura infantil, lo que le había llevado a declarar: “¡A ver si ahora salgo escribiendo cuentos para niños!”, como señala Marqueríe en sus memorias, en las que relata pormenorizadamente la entrevista que don Ramón le contestó desde el lecho donde se reponía de la intervención quirúrgica.
Valle se dolía de que, siendo el máximo responsable en la materia, no se le hubiera consultado sobre un proyecto de ley de protección del Tesoro Artístico Nacional. Reproduce el entrevistador las palabras del gran escritor:
Yo no podía estar conforme con el destino al que se quería asignar los palacios y museos. La orientación del Gobierno en materia de arte es desastrosa. Ahí está, por ejemplo, el lamentable Teatro Lírico Nacional: La Dolores y Jugar con fuego… El repertorio más gastado de los más viejos empresarios que hacían “bolos” en provincias… ¿Se puede llamar con pudor a esto “innovación estética”…? Tengo que disentir a la fuerza de ciertos ministros que ni siquiera han llevado mi dimisión al Consejo. ¡Creo que basta este pequeño detalle!
El Estatuto de Cataluña pondrá la zancadilla al Gobierno. Pero el Gabinete que suceda será gemelo de este. Entramos en el turno de las coaliciones […]. Se repite la Historia y es vana la amenaza de lo que pudiera suceder tras la crisis.
Valle anuncia su intención de viajar a México o Brasil para intentar ganarse la vida que, según él, no se podía ganar en España:
Las circunstancias me hostigan a esta expatriación. Para el Estado Oficial yo tengo preparada una venganza: mi testamento. Carezco de fortuna. No puedo legar nada a nadie. Pero mis huesos sí son míos… Y esos no aceptarán la injuria de unas exequias “en honor del escritor fallecido”. Al muerto los gobiernos se lo conceden todo, porque ya no les turba. Pero yo dejaré dicho que me entierren en suelo extraño y en silencio, sin los intolerables homenajes póstumos, con los que no vacilarían en “favorecerme oficialmente”.
La entrevista, publicada en Informaciones el viernes 24 de junio de 1932, tuvo gran repercusión y provocó un buen alboroto en medios políticos y culturales. Cipriano Rivas Cherif, figura intelectual de gran peso, amigo de Valle y cuñado de Manuel Azaña, entonces presidente del Consejo de Ministros, le transmitió al escritor el ofrecimiento de que si rectificaba sus declaraciones se le aceptaría la renuncia como comisario del Patrimonio Nacional y sería nombrado director de la Academia de España en Roma. Con algunas reticencias, él estuvo de acuerdo y, en una carta abierta al diario El Sol y entre diversos argumentos para justificar su dimisión, calificó la entrevista de Marqueríe de “fantasía publicada por el diario Informaciones”. Aunque su periódico lo respaldó, el entrevistador se sintió muy afectado por la actitud de su admirado don Ramón, que días después, repuesto de su salud, acudió a su tertulia de la Granja del Henar; el joven periodista estaba sentado dando voluntariamente la espalda al recién llegado, quien de forma afectuosa le tocó un hombro y con aire “expresivo y picaresco” le dijo unas palabras que el interpelado nunca olvidó: “Joven: hay que forjarse en la adversidad”.